Son las 3:30 de la mañana y no consigo dormir. Ya ha pasado el 25 de noviembre, el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, y yo he callado.
Afortunadamente hay quienes no callan, y entre las cosas que he podido leer sobre el tema me parece de ley reproducir lo que más me ha impactado de lo que he leído en el día de ayer.
El machismo mata
Los machistas no son hombres, son cobardes… y violentos. Porque el machismo es violento cuando mata, pero también cuando agrede, discrimina, minusvalora o ignora a la mujer por el hecho de serlo. Durante siglos esto ha sido así y los hombres nos hemos beneficiado de ello. Y es que el machismo es un mecanismo de poder que somete a las mujeres en beneficio de los hombres. Un sistema de opresión que defienden aún quienes no quieren cambiarlo por su propio interés, aunque ello suponga la muerte de muchísimas mujeres.
Gracias a las feministas el mundo va cambiando a mejor, pero su lucha no ha sido fácil y se ha encontrado con la oposición feroz de muchos hombres por mantener sus privilegios aún a costa de la discriminación de la mujer. Machistas, pues, son también aquellos que se movilizan en contra de las demandas de igualdad formal, social y material de las mujeres. Así, los de siempre se han opuesto sistemáticamente a todas las reformas que se han realizado en España para procurar la liberación de la mujer. Una lucha por la igualdad que ha sido muy larga y ha costado sangre, sudor y lágrimas a las mujeres. Y digo a las mujeres porque han estado casi siempre solas. Sí, solas cuando reclamaron su derecho al voto con la incomprensión incluso de una parte de la izquierda. Solas cuando consiguieron la plena capacidad jurídica, las cuotas paritarias o el reconocimiento a disponer de su propio cuerpo con la oposición de la derecha. En fin, solas o en compañía de unos pocos cuando son atacadas por políticos ultraconservadores o jerarcas integristas.
Vivimos un momento que no debemos desaprovechar. España se ha convertido en un referente de libertad e igualdad efectiva entre mujeres y hombres. Pero, en esa misma medida, avergüenzan las cifras de mujeres muertas por violencia machista -más de 70 en lo que va de año-. Se trata, creo, de una violencia íntimamente relacionada con la posibilidad de autodeterminación que, por primera vez, tiene las mujeres en España. Una posibilidad que hace que el machista se retrate, y ante la impotencia que le genera una mujer libre la aparte, agreda o mate. Está claro que el machismo debe ser erradicado. Ahora bien, no hay ley ni recurso que valga si los hombres no nos implicamos en su desaparición. Los hombres tenemos que convertirnos en activistas contra los machistas y contra la violencia que generan en cualquiera de sus manifestaciones, y, para ello, nada más importante que nuestra presencia en la calle: nuestra presencia es política. La misma presencia que derrochamos cuando el terrorismo es de cualquier otro signo. Por lo que, si lo hombres no apostamos por erradicar esta lacra seremos cómplices de una violencia cobarde que acaba con unas mujeres que no son otras que nuestras hermanas, madres, amigas o compañeras de trabajo. Ante el machismo no cabe más que la condena, la reprobación, el rechazo y el activismo.
El 25 de noviembre es el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Se convocaran concentraciones en toda España (Madrid: martes 25, 19h., Puerta del Sol). Los hombres tenemos que estar ahí, junto a las mujeres, y asumir una lucha que también es nuestra.
Publicado por Pedro Zerolo en www.zerolo.es
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