miércoles, 25 de febrero de 2009

Encarcelar a los niños por dinero

Por Amy Goodman

Amy Goodman es presentadora de “Democracy Now!”, un noticiero internacional diario de una hora de duración que se emite en más de 550 emisoras de radio y televisión en inglés y en 200 emisoras en español. En 2008 fue distinguida con el “Right Livelihood Award”, también conocido como el “Premio Nobel Alternativo”, otorgado en el Parlamento Sueco en diciembre.


Casi 5.000 niños en Pensilvania fueron hallados culpables, y 2.000 de ellos fueron encarcelados por dos jueces corruptos que recibieron sobornos de empresas constructoras y propietarias de cárceles privadas que se beneficiaron de los encarcelamientos. Ambos jueces se declararon culpables, en un sorprendente caso de avaricia y corrupción que apenas comienza a revelarse. Los jueces Mark A. Ciavarella Jr. y Michael T. Conahan recibieron 2,6 millones de dólares en sobornos por enviar a prisión a niños que, en la mayoría de los casos, no tenían acceso a un abogado. El caso ofrece una mirada extraordinaria a la vergonzosa industria de las cárceles privadas que está floreciendo en Estados Unidos.

Vean por ejemplo la historia de Jamie Quinn. Cuando tenía 14 años de edad, estuvo presa durante casi un año. Jamie, que ahora tiene 18, describió el incidente que causó su encarcelamiento:

“Me puse a discutir con una de mis amigas. Y todo lo que sucedió fue una simple pelea. Ella me dio una bofetada y yo se la devolví. No hubo marcas, ni testigos, nada. Fue solo su palabra contra la mía.”

Jamie fue llevada a una de las dos cárceles polémicas, PA Child Care y luego la pasearon por otros centros carcelarios. Estar en prisión durante 11 meses tuvo un impacto devastador en ella. Me dijo: “La gente me miraba diferente cuando salí, pensaban que era una mala persona, porque había estado en prisión por tanto tiempo. Mi familia comenzó a separarse … porque estaba fuera de casa y me encerraron, y estaba, pensé, ya sabes, que estaba siendo castigada por lo que había hecho, y creo que no debería haber sido así. Aún tengo dificultades en el colegio, porque el sistema escolar en este tipo de centros de detención es espantoso”.

Comenzó a hacerse cortes, y dijo que era resultado de la medicación que le obligaban a tomar: “Nunca estuve deprimida, nunca antes me habían dado medicación. Fui allí, y comenzaron a darme medicación y ni siquiera sabía lo que era. Dijeron que si no la tomaba, no estaba siguiendo mi programa”. Fue hospitalizada tres veces.

Jamie Quinn es tan solo una de miles de niños y niñas que fueron encerrados por los dos jueces corruptos. El Centro de Derecho de Menores (Juvenile Law Center) con sede en Filadelfia, se involucró en el caso cuando Hillary Transue fue enviada a prisión por tres meses por crear un sitio web que parodiaba al subdirector de su escuela. Hillary claramente indicó que la página era una broma. Aparentemente, el subdirector no lo halló divertido y Hillary tuvo que enfrentarse al juez Ciavarella, conocido por su severidad.

Como me dijo Bob Schwartz, del Centro de Derecho de Menores: “Hillary, sin saberlo, había firmado un documento, y su madre había firmado un documento, renunciando a su derecho a un abogado. Esto provocó que la audiencia de 90 segundos que tuvo ante el juez Ciavarella fuera una farsa”. El Centro de Derecho de Menores (JLC, por sus siglas en inglés), descubrió que en la mitad de los casos de menores en el Condado de Luzerne, los acusados habían renunciado a su derecho a un abogado. El Juez Ciavarella desconoció, en reiteradas ocasiones, las recomendaciones de indulgencia tanto de los fiscales como de los oficiales de libertad condicional. La Corte Suprema de Pensilvania oyó el caso de JLC y el FBI comenzó una investigación, que terminó la semana pasada con la firma de ambos jueces, de acuerdos para declararse culpables de evasión fiscal y fraude electrónico.

Está previsto que cumplan una condena de siete años en una cárcel federal. Se presentaron dos demandas colectivas independientes en representación de los niños y niñas encarcelados.

El escándalo involucra a tan solo un condado de Estados Unidos y a una cárcel privada relativamente pequeña. Según The Sentencing Project, “Estados Unidos es el líder mundial en encarcelamientos, actualemente hay 2,1 millones de personas en las prisiones o cárceles del país, lo que representa un aumento del 500% en los últimos treinta años”. El Wall Street Journal informa que “las empresas que gestionan cárceles privadas se están preparando para una ola de nuevos negocios, ya que la recesión económica dificulta cada vez más que los funcionarios del gobierno, tanto a nivel federal como estatal, construyan y administren sus propias cárceles”. Las empresas que gestionan cárceles con fines de lucro como Corrections Corporation of America y GEO Group (anteriormente conocida como Wackenhut) están posicionadas para obtener más ganancias. Aún no está claro qué impacto tendrá la ley de estímulo que se acaba de aprobar en la industria de las cárceles privadas (por ejemplo, la ley dispone 800 millones de dólares para la construcción de cárceles, pero recortó millones de dólares para la construcción de escuelas).

El Congreso aún está evaluando proyectos de ley para mejorar las políticas de la justicia de menores. La legislación propuesta, según la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles, está “construida en base a pruebas claras de que los programas comunitarios pueden ser mucho más exitosos en la prevención de la delincuencia juvenil que las ya desacreditadas políticas de encarcelamiento excesivo”.

Nuestros niños necesitan educación y oportunidades, no encarcelamiento. Dejemos que los niños del Condado de Luzerne, que fueron encarcelados por jueces corruptos para obtener ganancias, nos den una lección. Como dijo la joven Jamie Quinn sobre [el juez corrupto y] los 11 meses que estuvo en prisión, “Me hace cuestionar realmente otras figuras del poder y a la gente a quien supuestamente deberíamos admirar y en quienes deberíamos confiar”.

Señal de estos Tiempos

El 23 de mayo de 2008 el diario O Globo de Brasil publicó una entrevista que ha circulado por Internet en varias versiones. En todas, deja un registro desolador de la condición humana y de la sociedad. Esa nota refleja con absoluta claridad la lucidez -terrible lucidez- de un criminal que comenzó siendo un marginado social; la incompetencia de las autoridades; la crueldad de un sistema social que crea los elementos de su propia destrucción; el miedo de los corderos. Por momentos, las expresiones del entrevistado tienen una belleza fría y fascinante. El protagonista de esta entrevista devastadora es Marcos Camacho, jefe de la banda Primer Comando de la Capital (PCC) responsable de todo tipo de delitos y de enfrentar a las fuerzas de seguridad de igual a igual. Marcos Camacho dirige su “ejército” desde la cárcel. Lo que sigue es parte de ese texto:

Camacho se define como “una señal de estos tiempos”. Y explica con precisión: “Yo era pobre e invisible. Ustedes nunca me miraron durante décadas y antiguamente era fácil resolver el problema de la miseria. El diagnóstico era obvio: migración rural, desnivel de renta, pocas villas miseria, discretas periferias. La solución nunca apareció”. Se puede decir que habla desde el resentimiento. Pero no por eso miente. Sigue: “Ahora somos ricos con la multinacional de la droga. Y ustedes se están muriendo de miedo. Nosotros somos el inicio tardío de vuestra conciencia social. ¿Vio? Yo soy culto. Leo al Dante en la prisión.”

Cuando se le habla de “solución” interrumpe para acotar: “¿Solución? No hay solución, hermano. La propia idea de “solución” ya es un error. ¿Ya vio el tamaño de las 500 villas miseria de Río? ¿Ya anduvo en helicóptero sobre la periferia de San Pablo? Solución, ¿cómo?”

Sin embargo insinúa una salida: “Sólo la habría con muchos millones de dólares gastados organizadamente, con un gobernante de alto nivel, una inmensa voluntad política, crecimiento económico, revolución en la educación, urbanización general y todo tendría que ser bajo la batuta casi de una “tiranía esclarecida” que saltase por sobre la parálisis burocrática secular, que pasase por encima del Legislativo cómplice”.

Su sólida argumentación continúa: “Tendría que haber una reforma radical del proceso penal del país; tendría que haber comunicaciones e inteligencia entre policías municipales, provinciales y federales (nosotros hacemos hasta “conference calls” entre presidiarios). Y todo eso… implicaría un cambio psicosocial profundo en la estructura política del país. O sea: es imposible. No hay solución.”

El periodista le pregunta si no tiene miedo de morir. Camacho responde: “Ustedes son los que tienen miedo de morir, yo no. (…). Mis soldados son extrañas anomalías del desarrollo torcido de este país. No hay más proletarios, o infelices, o explotados. Hay una tercera cosa creciendo allí afuera, cultivada en el barro, educándose en el más absoluto analfabetismo, diplomándose en las cárceles, como un monstruo Allien escondido en los rincones de la ciudad. (…) Mis comandados son una mutación de la especie social. Son hongos de un gran error sucio. ¿Qué cambió en las periferias?”

Camacho habla del nuevo lenguaje que ha surgido en ese ambiente, destaca el poder que les da el dinero para corromper a la policía (“la prisión es un hotel, una oficina. ¿Cuál es la policía que va a quemar esa mina de oro, entiende?”) y define a su organización: “somos una empresa moderna, rica”. Luego plantea antinomias que dejan mal parada a la sociedad: “Nosotros tenemos métodos ágiles de gestión. Ustedes son lentos, burocráticos. Nosotros luchamos en terreno propio. Ustedes, en tierra extraña. Nosotros no tememos a la muerte. Ustedes mueren de miedo. Nosotros somos crueles, sin piedad. Ustedes nos transformaron en “superstars” del crimen. Nosotros los tenemos de payasos. Nosotros somos ayudados por la población de las villas miseria, por miedo o por amor. Ustedes son odiados. Ustedes son regionales, provincianos. Nuestras armas y productos vienen de afuera, somos “globales”. Nosotros no nos olvidamos de ustedes, son nuestros “clientes”. Ustedes nos olvidan cuando pasa el susto de la violencia que provocamos.”

El periodista insiste en buscar una solución y pregunta “Pero, ¿qué debemos hacer?”

Camacho contesta: “Les voy a dar una idea, aunque sea en contra de mí. ¡Agarren a “los barones del polvo” (cocaína)! Hay diputados, senadores, hay generales, hay hasta ex presidentes del Paraguay en el medio de la cocaína y de las armas. ¿Pero quién va a hacer eso? ¿El ejército irá a luchar contra el PCC? Estoy leyendo a Clausewitz, “Sobre la Guerra”. No hay perspectiva de éxito. Nosotros somos hormigas devoradoras, escondidas en los rincones.

Finaliza: “Estamos todos en el centro de lo insoluble. Sólo que nosotros vivimos de él y ustedes no tienen salida. Sólo la mierda. Y nosotros ya trabajamos dentro de ella. Entiéndame, hermano, no hay solución. ¿Saben por qué? Porque ustedes no entienden ni la extensión del problema. Como escribió el divino Dante: “Dejen toda esperanza. Estamos en el infierno”.
Por Luis Amman
Si alguien tiene interes en la entrevista completa sirvase:

Minorias étnicas en Bolivia, Ecuador y Perú pierden DDHH

Los pueblos indígenas transfronterizos son víctimas de la militarización, tráfico de drogas y sobreexplotación de sus recursos naturales, según un estudio de la ONU sobre estas minorías étnicas en Bolivia, Ecuador y Perú.

La representante regional de la oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos (OACNUDH), Carmen Rosa Villa, quien presentó el informe, afirmó que estos problemas "han constituido en una grave disminución de los ejercicios de los derechos de los pueblos indígenas".

La situación de los grupos indígenas "se agrava con la militarización creciente, la criminalización de las protestas y demandas populares, incluyendo las efectuadas por las organizaciones indígenas", señaló el estudio que se titula "¿Qué está pasando con los derechos de los pueblos indígenas?".

"Los pueblos indígenas que viven en zonas fronterizas enfrentan desafíos adicionales derivados del narcotráfico, la militarización de sus territorios y la pérdida de sus espacios de desarrollo y reproducción social, cultural y económica", agregó el texto.

El informe subrayó que los indígenas también son víctimas de hostigamientos asociados a la exploración y explotación de los recursos naturales, lo que contribuye "al etnocidio de los pueblos y civilizaciones milenarias, algunas de las cuales viven aún en aislamiento voluntario".

Por ejemplo, en el caso de Perú, donde el 55 por ciento de las 6.000 comunidades campesinas están siendo afectadas por la minería y aumentan los conflictos sociales, las concesiones mineras crecieron 87,7 por ciento entre 2002 y 2007, explicó el informe.

A pesar del crecimiento económico registrado en los tres países, el documento insiste en que los indígenas y en especial las mujeres viven en situación de extrema pobreza, marginación y discriminación, sin acceso adecuado a la salud, educación, aunque destaca avances en sus capacidades de organización y representación frente al Estado.

En los tres países andinos "se dan los indicadores más bajos de educación, salud y nutrición en las zonas rurales. Además, hay discriminación de género por razones de orden económico y cultural que genera un tratamiento desigual de las niñas y dificulta su acceso a servicios básicos", precisó.

Por su lado, la Defensora del Pueblo de Perú, Beatriz Merino, recordó que en su país existe "una débil comprensión de la diversidad cultural y escasa preparación para el diálogo intercultural entre los actores confrontados: el Estado, las empresas, las organizaciones y la sociedad civil".

Asimismo, criticó que en Perú los pueblos indígenas no tengan acceso a una educación adecuada, especialmente bilingüe e intercultural, a servicios de salud, y a mecanismos de consulta sobre sus tierras y recursos.

En ese sentido, la Defensora recalcó que el informe de la ONU representa una "hoja de ruta para que los países comprendidos en el informe lleven adelante este estudio sobre las prácticas, obstáculos y desafíos a la implementación de las recomendaciones del relator especial para los Derechos Humanos y Libertades" y de otros instrumentos de la ONU.

El documento, que fue elaborado por la OACNUDH, el Fondo de desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM) y el Fondo de la ONU para la Infancia (Unicef), concluye que las medidas y estrategias a adoptar son "complejas y de largo plazo".

Además, recomienda conocer mejor las sugerencias del relator especial y los instrumentos para la defensa de los derechos de los indígenas.

El estudio -presentado también por el coordinador en Perú del Programa de la ONU para el Desarrollo (PNUD), Jorge Chediek, y el representante de Unicef en Perú, Guido Cornale- insta a un diálogo entre el Estado y los pueblos indígenas, una mayor atención en el enfoque de género, mejor registro de estadísticas sobre los pueblos indígenas, entre otros.