La noticia se ocultó hasta que el diario londinense, The Sun la dio a conocer, utilizando el modo potencial de los verbos cuando describía la acción. Ayer, la noticia circuló proveniente de fuentes oficiales. Con frases neutras y elegidas para tranquilizar, los comunicados de los ministerios de defensa de Francia y del Reino Unido de Gran Bretaña informaron lo que sigue.
“Dos submarinos nucleares dotados de misiles, uno francés y otro británico, chocaron levemente hace unos días bajo las aguas del océano Atlántico”. Así lo confirmó ayer lunes el Ministerio de Defensa galo. Casi con las mismas palabras lo hizo también el almirante Jonathon Band, jefe de la Marina británica. Ambos aseguraron que no se produjo ningún peligro para la seguridad.
La nave francesa es ‘Le Triomphant’, la británica el ‘HMS Vanguard’. Entre ambos transportaban más de 30 misiles y decenas de cabezas nucleares. La “levedad” del choque determinó que ambas naves quedaron muy dañadas -hubo que remolcar a uno y asistir al otro- pero no hubo heridos en las tripulaciones.
La noticia fue ocultada por los ministerios de defensa. La colisión ocurrió el 3 o 4 de febrero y recién ayer hubo confirmación oficial. “Es un incidente muy grave… y lo encuentro bastante extraordinario”, dijo Stephen Saunders, un comandante naval retirado de la Armada Real Británica y director de la publicación Jane’s Fighting Ships.
“Pesadilla”. “Esta es una pesadilla nuclear del mas alto nivel”. Así calificó al incidente Kate Hudson, de la Campaña para el Desarme Nuclear, quien afirmó que “la colisión de dos submarinos, ambos con reactores nucleares y bombas atómicas a bordo, podría haber liberado una gran cantidad de radiación y esparcido ojivas nucleares en el suelo marino”.
Muy pocas personas se han informado de lo sucedido y muy pocas han caído en cuenta del significado de este accidente. Otros irán cayendo en cuenta y la gran mayoría ni se enterará de que “dos submarinos nucleares con armas de destrucción masiva chocaron en medio del segundo océano más grande del mundo”.
En cambio, sí están preocupados los militares británicos: no quieren integrar las dotaciones de submarino porque es un trabajo mal pago pero, sobre todo, por el riesgo que suponen los recortes de presupuesto en materia de seguridad.
Una de las últimas noticias conmovedoras y conmocionantes -hábilmente explotada por la prensa sensacionalista cuando ya no se pudo ocultar- fue el hundimiento del Submarino Nuclear Kursk, que naufragó en el 2000 y costó la vida a 118 marineros por el fallo del sistema contra incendio.
El Kursk hizo crecer las preocupaciones por las fugas radiactivas en este tipo de naves.
En febrero de 2009 volvió a ocurrir. Sólo había una posibilidad entre varios millones, pero ocurrió. El choque fue en la profundidad del océano pero los estados de dos países civilizados quisieron ocultarlo y mantenerlo en la oscuridad. ¿Cuántos accidentes como este ignoramos? ¿Qué sabemos en realidad sobre el manejo de las armas nucleares? ¿No será el momento de informarnos y hacer algo positivo?
Las personas comunes vivimos en la oscuridad que crean los gobiernos acerca del tema del armamento nuclear. Pero, cuando trascienden hechos como este, advertimos que hemos chocado con una realidad amenazante. Es una realidad a transformar.
“Dos submarinos nucleares dotados de misiles, uno francés y otro británico, chocaron levemente hace unos días bajo las aguas del océano Atlántico”. Así lo confirmó ayer lunes el Ministerio de Defensa galo. Casi con las mismas palabras lo hizo también el almirante Jonathon Band, jefe de la Marina británica. Ambos aseguraron que no se produjo ningún peligro para la seguridad.
La nave francesa es ‘Le Triomphant’, la británica el ‘HMS Vanguard’. Entre ambos transportaban más de 30 misiles y decenas de cabezas nucleares. La “levedad” del choque determinó que ambas naves quedaron muy dañadas -hubo que remolcar a uno y asistir al otro- pero no hubo heridos en las tripulaciones.
La noticia fue ocultada por los ministerios de defensa. La colisión ocurrió el 3 o 4 de febrero y recién ayer hubo confirmación oficial. “Es un incidente muy grave… y lo encuentro bastante extraordinario”, dijo Stephen Saunders, un comandante naval retirado de la Armada Real Británica y director de la publicación Jane’s Fighting Ships.
“Pesadilla”. “Esta es una pesadilla nuclear del mas alto nivel”. Así calificó al incidente Kate Hudson, de la Campaña para el Desarme Nuclear, quien afirmó que “la colisión de dos submarinos, ambos con reactores nucleares y bombas atómicas a bordo, podría haber liberado una gran cantidad de radiación y esparcido ojivas nucleares en el suelo marino”.
Muy pocas personas se han informado de lo sucedido y muy pocas han caído en cuenta del significado de este accidente. Otros irán cayendo en cuenta y la gran mayoría ni se enterará de que “dos submarinos nucleares con armas de destrucción masiva chocaron en medio del segundo océano más grande del mundo”.
En cambio, sí están preocupados los militares británicos: no quieren integrar las dotaciones de submarino porque es un trabajo mal pago pero, sobre todo, por el riesgo que suponen los recortes de presupuesto en materia de seguridad.
Una de las últimas noticias conmovedoras y conmocionantes -hábilmente explotada por la prensa sensacionalista cuando ya no se pudo ocultar- fue el hundimiento del Submarino Nuclear Kursk, que naufragó en el 2000 y costó la vida a 118 marineros por el fallo del sistema contra incendio.
El Kursk hizo crecer las preocupaciones por las fugas radiactivas en este tipo de naves.
En febrero de 2009 volvió a ocurrir. Sólo había una posibilidad entre varios millones, pero ocurrió. El choque fue en la profundidad del océano pero los estados de dos países civilizados quisieron ocultarlo y mantenerlo en la oscuridad. ¿Cuántos accidentes como este ignoramos? ¿Qué sabemos en realidad sobre el manejo de las armas nucleares? ¿No será el momento de informarnos y hacer algo positivo?
Las personas comunes vivimos en la oscuridad que crean los gobiernos acerca del tema del armamento nuclear. Pero, cuando trascienden hechos como este, advertimos que hemos chocado con una realidad amenazante. Es una realidad a transformar.
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